BUENA SENDA Los datos facilitados ayer por el Servicio Galego de Saúde en materia de trasplantes y donaciones, con crecimientos históricos en ambos casos desde que se realizó el primer trasplante en la comunidad en 981, son un fantástico motivo para la esperanza en una acción, la de donar, que representa la luz de la vida para aquel al que ya sólo un trasplante le puede salvar. Unos magníficos datos para la esperanza a los que se une, sobre todo y principalmente, el hecho de que han disminuido significativamente -en nada menos que casi siete puntos- las negativas familiares a la donación dentro de nuestra comunidad lo que supone que ocho de cada diez familias aceptan la donación. Y es que conviene recordar el fundamental papel que juegan los familiares en ese delicado momento en el que deben decidir qué hacer con los órganos de su allegado, y más en una autonomía como la gallega, en la que 107.649 personas cuentan con tarjeta de donante. No obstante, también es para congratularse el hecho de que el año pasado esta cifra se viera incrementada en cuatro mil personas, y es de desear que siga creciendo.

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